Esto suele suceder porque tenemos dificultades en la motricidad fina y/o grafomotricidad, o problemas de preescritura. Todo esto no viene sólo de la mano, si no que seguramente en conjunto habrá una falta de integración en la coordinación de los dos lados del cuerpo y repercuta en las actividades motoras finas (escribir, seguir una línea escribiendo, recortar o imitar figuras, usar la plastilina para jugar,…). La mano es la parte más funcional de nuestro cuerpo en las actividades de la vida diaria, y no sólo para las actividades escolares, si no para la alimentación, el vestido, el juego, etc.
Cuando observamos que no tenemos demasiada fuerza, necesitamos que alguien siempre nos apoye en las actividades finas escolares, es porque no tenemos destreza suficiente para las demandas que nos solicita el entorno, es decir, las ocupaciones y nuestro cuerpo no sabe ofrecer la respuesta adecuada. Todas ellas nos limitan en actividades tan sencillas como:
- Abrochar un botón.
- Abrir un recipiente.
- Recortar figuras.
- Coger el lápiz.
- Mantener la postura en la silla durante alguna actividad que lo requiera (colegio, comida,…).
- Usar el tenedor o cuchara de forma adecuada.
- Cepillarnos los dientes,…
Todas estas actividades ocupan nuestro día por completo, ya que son actividades de la vida diaria. Desde Terapia Ocupacional se busca la mayor autonomía en ellas, usando estrategias diferentes para conseguirlas, así como proporcionar los roles adecuados a cada edad. En la infancia es importante el desarrollo de “el juego, las actividades escolares y el desarrollo del autocuidado personal”. Los adultos formarán un papel fundamental en la vida de los niños, siendo promotores de que todas estas actividades se vean en completo desarrollo y sean capaces de visualizar si alguna de ellas se ve limitada.