Nuestro cerebro es una compleja máquina que funciona por la combinación de áreas y circuitos interdependientes. Este funcionamiento da lugar, de forma genérica, a dos tipos de funciones: las básicas y las ejecutivas.
Las funciones básicas nos posibilitan ser conscientes de la información que nos rodea y que entra en nuestro sistema nervioso (atención, comprensión, memoria, habilidades visoespaciales, etc.).
Por su parte, las ejecutivas nos permiten no solo ser conscientes de esa información sino manejarla y adaptarla a nuestro objetivo. Nos ayudan a resolver situaciones internas, relacionadas con nuestras emociones, pensamientos, representaciones mentales… y externas, que implican escenarios y personajes de nuestro entorno. En resumen, estas habilidades nos permiten establecer una serie de objetivos, decidir qué pasos seguir para lograrlos y valorar si los estamos cumpliendo. Esto es, podemos alcanzar nuestras metas gracias a ellas.
Estas funciones comienzan a desarrollarse en la infancia y su evolución puede alargarse hasta la adultez temprana, por lo que su correcto desarrollo es crucial para un funcionamiento adecuado de la persona. Por ello, si el profesor, el médico o nosotros mismos consideramos que nuestro/a hijo/a muestra dificultades en alguna de estas áreas, es necesario recurrir a un especialista.
La bibliografía es muy extensa y podemos encontrarnos numerosas clasificaciones, pero nosotros hemos seleccionado las que consideramos más relevantes. En sucesivas publicaciones os iremos hablando de cada una de ellas.