En ocasiones es preciso disociar entre capacidades y aptitudes cognitivas (“mi hija saca unas notas excelentes”) y aptitudes o habilidades sociales (“en el patio juega sola”).
Probablemente la niña no tenga ningún tipo de dificultad en ninguno de sus procesos cognitivos (atención, memoria, razonamiento o capacidades espaciales, etc.), lo que explica sus buenas notas, pero sí tenga dificultades de interacción personal o social. En este caso, es preciso un entrenamiento en habilidades sociales, inicialmente resultan imprescindibles para la adaptación de los niños y niñas al entorno en el que se desarrollan sus vidas y, posteriormente, van a permitir que nuestros hijos posean las herramientas necesarias para desenvolverse como adultos en la esfera social, siendo clave para adaptarse de manera adecuada tanto en su vida personal como laboral.
El entrenamiento en habilidades sociales es algo que se adquiere día a día mediante aprendizaje y observación de situaciones e incluye capacidad de resolución de conflictos, de comunicación (inicio, mantenimiento y finalización de conversaciones), asertividad, empatía, etc.