El juego simbólico es aquel en el que se simulan objetos, situaciones o personajes que no están presentes. No se emplean juguetes al uso, sino que diferentes objetos cotidianos adquieren el papel de elementos lúdicos o los propios juguetes se utilizan con otro fin. Para ello, es necesario que los niños comiencen a desarrollar la capacidad de imaginar y manejar símbolos que representen la realidad.
Suele empezar a mostrarse alrededor de los dos años, coincidiendo con la explosión lingüística del niño. En casa podemos fomentarlo empleando objetos cotidianos o imaginando diferentes escenarios e intercambiando roles.
El juego simbólico es necesario para que el niño establezca una buena relación con sus iguales, ya que muchos de los juegos simbólicos son compartidos. Asimismo, sirve para fomentar la creatividad, el lenguaje y se considera un entrenamiento a la hora de solucionar conflictos en la vida real. Si creemos que nuestro niño presenta problemas en este ámbito es recomendable consultar con un servicio de neuropsicología.