A veces pensamos que simplemente es por retarnos. Pero es un problema de hipersensibilidad táctil, es decir, nuestro sistema no está integrado ni adaptando los estímulos que tenemos que acomodar a través de la piel y la boca, por lo que esta creando rechazo a determinadas texturas de alimentos y objetos (aunque no nos hayamos dado cuenta). Este trabajo no sólo implica trabajo táctil, si no que, normalmente es derivado de otros estímulos que no procesamos a nivel sensorial. Desde la Integración Sensorial es muy importante trabajar la adaptación para poder desarrollar una actividad de la vida diaria básica como es la alimentación.
El déficit de modulación sensorial hace que nuestro sistema nervioso no procese los input del entorno. Una de las maneras más evidentes en los niños es la negación a las texturas nuevas y por lo tanto dificultades en la autonomía y ocupaciones propias de su edad: evitar situaciones con otros niños, comer fuerra de casa se convierte en un problema, frustración con la comida, irritación familiar...