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Emoción y motivación en el aprendizaje motor

Publicado el 19 de Noviembre de 2015. Archivado en FISIOTERAPIA INFANTIL

El pasado sábado tuve el placer de asistir a una ponencia del fisioterapeuta Juan Anaya Ojeda sobre “implicaciones clínicas de la emoción y la motivación en los procesos de aprendizaje motor”.

Fue parte de la XXV Jornada de la Asociación Española de Terapeutas formados en el concepto Bobath que se celebró en la Universidad de Almería, lo que supuso un reencuentro con muchos compañeros ya que cada vez son más los fisioterapeutas especializados en Fisioterapia Infantil en nuestra ciudad.

El ponente sorprendió por sus grandes conocimientos en Neurociencia y Neurorehabilitación y su desenvoltura a la hora de transmitirlos; aportó información de gran calidad dando la oportunidad de conocer diferentes puntos de vista y mostrando un gran interés por mejorar la forma de trabajar con los niños y sus familias y disponer de recursos para facilitar su día a día.

Lejos de convertirse en una mera narración de las diferentes teorías de aprendizaje motor que intentan explicar cómo el cerebro controla el movimiento (teoría de reflejos, teoría jerárquica, teoría de programas motores, teoría de sistemas dinámicos, teoría ecológica, …),el ponente realza en todo momento la importancia de la motivación y cómo el sistema límbico está involucrado en todos los procesos relacionados con el aprendizaje.

El sistema límbico (principal parte del cerebro encargada de las emociones) es un sistema funcional y no estructural; está diseminado por todo el encéfalo de manera que toda la información recibida del entorno pasa por algún área emocional.

El ser humano no puede luchar contra sus emociones (porque sentimos antes de darnos cuenta) y siempre habrá conductas de acercamiento al placer y de alejamiento del dolor. Por lo tanto, experiencias negativas relacionadas con la terapia difícilmente pueden favorecer aprendizajes significativos y funcionales.

La neurociencia clínica está demostrando lo que veníamos observando en nuestra práctica clínica diaria: que el aprendizaje está estrechamente relacionado con el movimiento y las emociones. Para que se produzca el aprendizaje motor no sólo hay que tener una plena atención en la tarea, éste dependerá del contexto, será necesaria una alta motivación y habrá que poder integrar la nueva información con la ya existente.

El movimiento surge de la relación entre la tarea, el entorno y el individuo. Lo que percibimos del entorno no es el entorno: cada persona percibe de manera diferente. El niño se moverá según sus necesidades e intereses. Tendrá que manejar su cuerpo, en un entorno, para realizar una tarea, por lo que si queremos que surja el movimiento tendremos que actuar en estos tres ámbitos.

La evidencia nos hace persistir aún más en el esfuerzo que hacemos a diario los terapeutas que trabajamos en neurorehabilitación infantil por buscar actividades motivantes, utilizar el juego como herramienta de trabajo, partir de los intereses del propio niño, crear emociones positivas durante las sesiones de terapia, ir hacia la funcionalidad y la significación del niño… alejándonos de la repetición de ejercicios en un contexto artificial como medio hacia el aprendizaje motor.

Muy interesante me pareció el término de dignidad funcional. En muchas ocasiones parece que queremos ir hacia cómo nos imaginamos al usuario en el futuro, tratándoles como si fueran personas en tránsito en lugar de facilitar su día a día, quedándonos en el presente y adaptándonos a los contínuos cambios que se van produciendo.

Debemos ser flexibles en los objetivos planteados puesto que todo cambia.

El sistema está hecho para la estabilidad, pero no para la inmovilidad.

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