Después de 40 día en la incubadora, 40 días esperando a que llegara la hora de visita para verlos y tocarlos a través de los cristales, mirando atentamente su respiración, esperando que el informe de su pediatra de referencia fuera bueno y que llegara el dia en que nos los pudiéramos llevar a casa. Más tarde, revisiones médicas día sí y día también, de Pablo, de Paula de un especialista a otro.

Han pasado 11 años, todo salió bien. Ya sólo recuerdo que fueron prematuros cuando, en el cole, la seño les dice que tienen que preguntar a los padres cuánto pesaron al nacer: 1.300 y 1.400 gramos. Pablo tiene un desarrollo normal, está en peso y estatura por encima de la media y en el cole va estupendamente. Paula tiene un problema motor que no le impide su desarrollo cognitivo y su alegría de vivir.

Aquellos días, mi marido y yo sólo pensábamos en que cada día contaba y no merecía la pena anticipar acontecimientos, ya que cada día vivido era una victoria porque nos daba paso al día siguiente y poco a poco y sin darnos cuenta...olvidamos que eran prematuros.